En la descripción de la Atlántida se ha ocultado un código; ¿cómo será este? Simple, sólo un mensaje numérico podría ser comprendido, por lo tanto, en eso debería basarse, evitando los cálculos complicados. Entonces, la división, la multiplicación, la resta y la suma son las opciones más lógicas. Los códigos eran simples y debían conducir cómodamente a un resultado fácil de entender. Aprendí del libro Fingerprints of the Gods [Las huellas de los dioses] que el punto decimal podía ignorarse, lo cual significa que 2.592 es tan correcto como 25.920.
Como el Popol Vuh original (el manuscrito sagrado de la tribu quiche de los mayas), la historia de la Atlántida contiene claves para sus profecías de destrucción. Los que escribieron la historia eran los “amos del universo”, también mencionados en el Popol Vuh:
Estaban dotados de inteligencia, podían ver y, de hecho, veían lejos al instante, lograban conocer todo lo que hay en el mundo. Al mirar podían saber de inmediato todo lo que había a su alrededor, y contemplaban por turnos el arco del cielo y la redonda faz de la Tierra. Lo que estaba oculto, todo lo veían sin tener que moverse, y al mismo tiempo veían el resto del mundo, desde donde estaban. Su sabiduría era grande.
Con esto en mente (escondido del investigador y el pensador), empecé a trabajar. Los atlantes tenían un razonamiento lógico pero también les gustaba “jugar” con los números. Entonces, es absolutamente necesario adoptar su Patrón de pensamiento, a fin de hallar su manera de razonar. Su punto de Partida es que sólo los seres humanos inteligentes pueden romper su código. Las primeras señales de esto se encuentran en la historia de su creación, remontándose a diez mil años atrás. Cuando uno es lo suficientemente inteligente como para hallar los primeros códigos que se encuentran allí, también está en condiciones de descubrir todos los restantes, porque su manera de pensar ya le resulta familiar. Al principio esta es una importante adaptación. Trate de comprender la lógica siguiente y ya habrá logrado manejar una parte sustancial.
Hay dos números que describen la “creación” de la Atlántida: 864 y 12, y con estos puede calcular varios otros. Si sigue usándolos en sus cálculos, llegará a los 25.920 años, que es el período del zodíaco entero. Usted ya lo ha probado con anterioridad, pero ahora lo hará de otra forma, para aprender a comprender la manera de razonar de los atlantes (todos aquellos interesados en las matemáticas vean el Apéndice).
Aún hay más. Sus números encendieron mi curiosidad y, por deducción, hallé números de códigos de la astronomía de precesión. Mis hallazgos han demostrado que existe un código oculto lleno de claves y de matemáticas inconfundiblemente inteligentes. Emite señales sobre referentes de tiempo específicos, que vinculan el pasado con el presente y el presente con el futuro. Al decodificarlo, se determinó que un ciclo de precesión es de alrededor de 25.920 años al principio. Con este razonamiento, se puede demostrar que ellos sabían que cuando la precesión cambia a 25.776 años, el fin de un ciclo se aproxima, ¡y esto es lo que sucede ahora!
Más adelante veremos que los textos funcionan como el software para los acontecimientos reales y los monumentos como el hardware. Teniendo esto en cuenta, decodificamos el código más valioso del Libro de los Muertos. La precesión es muy importante en esto, por lo tanto, no sobrestime tales hallazgos porque todos digan lo mismo: el fin de un gran ciclo está muy próximo. ¡Sólo nos quedan unos pocos años!
En otras palabras, utilizaron sus mitos como vehículos de información técnica específica y fueron capaces de transmitirnos esa información. Lo que los motivó era lógico, es decir, la supervivencia de la raza humana. Casi todo lo que sabían que tenía importancia provenía de las estrellas. Estaban sumamente preocupados por la astronomía y le prestaban una inmensa, firme y minuciosa atención a las estaciones, los solsticios y equinoccios. Esos olvidados Newtons y Einsteins estaban obsesionados con las medidas, las cuentas y los números, codificándolos en sus mitos. Los colocaron en poderosos números astronómicos y de nosotros depende “explicar” la codificación de la precesión de los equinoccios.
Nuestros principales descubrimientos son los siguientes: Un ciclo completo de precesión de 25.920 años nunca existe. A mitad de camino del ciclo, el mismo es abruptamente quebrado. Cuando un ciclo alcanza los 25.776 años de precesión, tomará la otra dirección, entonces el Este se convertirá en el Oeste y viceversa. Este mecanismo explica el desplazamiento de los polos y la destrucción de la Atlántida, y nosotros seremos destruidos por el mismo mecanismo. Para comprender esta decodificación, vea también los otros capítulos; es la misma matemática e igual de simple (vea el Capítulo 23, El Códice Dresden Decodificado).
Los científicos concuerdan en que la precesión afecta nuestro campo magnético. Lo están estudiando intensamente y muchos convienen en que la intensidad del campo magnético aumenta y declina en un ciclo. Y sabemos que la precesión cambia junto con el campo magnético. Durante los últimos 2.000 años, la fuerza del campo bipolar —mantenga la respiración— ha decaído en un 60%. Esto significa que estamos experimentando un precursor de un nuevo intento de reversión, y podría suceder en cualquier momento. Normalmente, la intensidad magnética decae de manera gradual, pero hacia el final cae como una piedra. Robert Coe averiguó que el campo magnético de la Tierra se había revertido a una tasa sorprendentemente rápida de ocho grados por día (o más rápido), del mismo modo que una lamparita de luz brilla con menos intensidad si gira la perilla que regula la luz. Luego, como un reóstato gigante encendido, vuelve a brillar. Pero el Norte se convierte en el Sur y viceversa.
En medio de esto, fluctúa notablemente. En la publicación Nature, Coe dijo: “Se produjeron rápidas fluctuaciones, muchas veces, durante la reversión”. Y más adelante especula: “Es probable que una actividad aumentada del campo magnético externo... del Sol, produzca los saltos de alguna manera”. (“Nueva evidencia del cambio extraordinariamente rápido del campo geomagnético durante una reversión”. Nature, 20 de abril de 1995.)
Con esto en mente, es bueno saber que este día se aproxima en forma acelerada. Según sea hacia dónde se incline la Tierra, el mundo se inundará y la mayoría de los animales y personas se ahogará de manera catastrófica. Leemos en la obra Visud-dhi-Magga, libro de la antigua India: “... hay siete eras; cada una de ellas está separada de la anterior por una catástrofe mundial”. Más aún, leemos que el libro fue escrito para preservar y transmitir la sabiduría del mundo antediluviano.
Lo mismo puede decirse de los textos Edfú. Reymond, en su magistral estudio denominado Mythical Origin of the Egyptian Temple [Origen mítico del templo egipcio], confirma:
El tono general del registro, aparentemente transmite la visión de que un mundo antiguo fue destruido y, como un mundo muerto, llegó a ser la base de un nuevo período de creación, que al principio fue la recreación y la resurrección de lo que una vez había existido en el pasado.
Los textos Edfú afirman repetidamente que los “Seguidores de Horus” tenían el conocimiento, la sabiduría procedente de una época previa de la Tierra. Es esto lo que estamos decodificando en este preciso momento.
Es asombroso e increíble que los egipcios y los atlantes conocieran el número 25.776. ¡La astronomía moderna y súper sofisticada supo de él hace apenas unos años! Sólo eso ya clarifica lo minuciosamente precisos que eran en sus observaciones. Y por añadidura, sabían cómo procesar sus resultados de manera brillante en una simple serie de números. Estos existen para advertirnos del juicio final que se avecina. El número comprueba que:
1) El conocimiento astronómico de los atlantes se halla en el mismo nivel que la astronomía computarizada actual. Nos dice que el fin de un gran ciclo está próximo y que el cataclismo ocurrirá en cualquier momento.
2) Su ciencia era tan avanzada que sabían mucho más de lo que pensamos.
3) Este pueblo sumamente civilizado que, para su época, era súper científico, hizo grandes esfuerzos para codificar su ciencia.
La gran pregunta ahora es por qué. Bueno, estimado lector, a esta altura ya debe saber la respuesta. En el capítulo sobre el gran cataclismo que golpeó a la Atlántida, usted leyó que los sacerdotes pudieron predecir el desastre. En Sing-li-ta-tsiurn-chow, que es una antigua enciclopedia china, leemos: “... en una convulsión general de la naturaleza, el mar es sacado de su lecho, las montañas saltan desde el suelo, los ríos cambian su rumbo, los seres humanos y todo lo demás está arruinado, y los antiguos trazos son borrados”.
¡De esto trata la ciencia! Una feroz actividad volcánica, destructivos terremotos, una ola gigantesca, la destrucción de los continentes, etc., son el resultado de acontecimientos que fueron predichos por estos números. Los egipcios describieron varias catástrofes en su historia y la periódica reconstrucción de su mundo. Por lo tanto, sus mitos tienen que ver con hecatombes como el Diluvio. Pero las “eras” que terminan en catástrofe y destruyen una gran parte de la humanidad, se deben a la precesión de los equinoccios. Obviamente, ellos asignaban gran importancia a esto. Cada civilización que esté familiarizada con los números debería hallarse en condiciones de decodificar este mensaje de la antigüedad. “Debería” digo claramente, porque no siempre resulta así de simple. Pasé meses devanándome los sesos antes de poder hallar estos códigos, e incluso entonces me situé al comienzo de la historia. ¡Y la precesión del zodíaco con el ritmo del paso de un caracol es la clave! Con certeza pude llegar a las siguientes conclusiones:
Figura 17.
El zodíaco.
El zodíaco.
• El zodíaco describe la próxima destrucción de la Tierra.
• El zodíaco aún contiene infinitamente más códigos para predecir estos acontecimientos.
Con estas conclusiones en mente, empecé a trabajar. Pero ¿dónde buscar? Me fijé en las distintas duraciones de los signos del zodíaco. En la actualidad, contamos con períodos iguales para cada era, pero los atlantes no. Para ser precisos, deberían haber tomado el número 25.920 dividido por 12 = 2.160 años, mas este no era el caso para los atlantes. Mi intuición me dijo que ahí era donde debía mirar. Los sabios de la antigüedad habían puesto un “esquema de computación” en sus códigos.
Yo estaba seguro de eso, sólo era cuestión de hallarlo y así me pondría en contacto directo con ellos. Logré descifrar una parte de la increíblemente larga serie de números que describen el caos mundial venidero. Lo leerá en el próximo capítulo. Si puede dividir, sumar, restar y multiplicar, con seguridad le será factible seguir mis cálculos. Pero no olvido que sólo encontré una parte de ello. Otros, seguro, podrán hallar mucho más. ¡Los recibiré con los brazos abiertos!
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